domingo, 15 de noviembre de 2009

Repuesta de todo me obligo a subsistir, levanto la cabeza y miro al cielo de una noche fría y densa donde el otoño se ha dejado parte de su inventario. Casi todos los hombres nos habitamos de recuerdos, de esas sutilezas que deja una lágrima, una mano prendida entre los dedos o un beso entre labios todavía nerviosos y ateridos por descubrirse en otros. Puedo vislumbrar la nitidez de la hora, exacta como un reloj se ha despedido de mí y me ha dejado en el tic tac de su nombre, vistiéndome de noche con un viejo gabán y un sombrero oscuro. Arden en mi boca las palabras y todavía no he recogido la amargura. Soy parte de una sombra que se dispara entre las rendijas de los vomitorios de los cines o que se apoya en la entrada de un pub en la parte vieja de cualquier ciudad que todavía reconozco. Tengo el blanco y negro y un bandoleón de una película francesa y en las calles de todas las ciudades que amo he podido ser el asesino, el ladrón o el héroe que salva a un niño de un incendio. Cuando la fortuna sembró de números las avenidas un disparo de viento pudo ser parte de un juego, el azar es siempre un boquete entre los hombres, ahora en mi es parte de una ruleta y allí donde caiga la bola con su imán de fugacidad será el sitio perfecto para desaparecer.
Nunca se obliga al mundo, el mundo es una encrucijada de respuestas y dudas y altera la luminosidad de la luz con la penumbra. No hagan juego señores, no hagan juego, ya no va más y la banca gana.

F. Sarriá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario